#SomosSereas
Nuestras protagonistas, mujeres de mar, mujeres luchadoras, mujeres con historias para hilar y relatos para conservar.
Sector industria extrativa
Sector industria transformadora
Conserva Pescado y Marisco
Sector metalgráfico
LAS MUJERES DEL METAL
Obreras de Alonarti – la fábrica de tubos comprimibles de La Artística-
En las inmediaciones de la viguesa plaza de la industria y sus alrededores, la fábrica de Artística, se convirtió en el hogar de muchas mujeres que dedicaron su vida al trabajo industrial, uniendo el pasado marítimo con un presente de innovación y esfuerzo. Estas mujeres, incansables, dejaron una huella imborrable en la historia de la empresa y de la comunidad a la que pertenecen.
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En las inmediaciones de la viguesa plaza de la industria y sus alrededores, la fábrica de Artística, se convirtió en el hogar de muchas mujeres que dedicaron su vida al trabajo industrial, uniendo el pasado marítimo con un presente de innovación y esfuerzo. Estas mujeres, incansables, dejaron una huella imborrable en la historia de la empresa y de la comunidad a la que pertenecen.
Ilda Doval Boullosa (20 de junio de 1949, Tourón, Pontecaldelas). Empezó trabajando en la fábrica de conservas Albo, a los 17 años comenzó en Alonarti hasta su jubilación.
Dolores Freiría Rodríguez (6 de mayo de 1948, Coya, Vigo). A los 18 años entró a trabajar en Alonarti, donde se mantuvo toda su vida laboral.
Cristina Iglesias Carrera (2 de mayo de 1951, Castrelos, Vigo). Parte de esta red de mujeres luchadoras que entró a trabajar en 1967 en Alonarti pero antes ya se acercaba a la empresa a buscar tapones para trabajar en casa.
Ángeles Chantada Garrido (29 de febrero de 1948, Chapela). Comenzó a trabajar a los 13 años en conservas Gándara y Haz, luego en Vulcanizados Galicia y en la Metalúrgica, para después incorporarse a Alonarti hasta el fin de su vida laboral. Formo parte del Comité de empresa en 1980.
María Vicenta Fernández Fernández (6 de enero de 1950, Coruxo, Vigo). Empezó en envases Carnaud y continuó en Alonarti hasta la jubilación.
Mª del Carmen Fuentes Novas (14 de mayo de 1947, Bouzas, Vigo ). Su trayectoria laboral inició en La Artística y continuó en Alonarti en la sección de tubos y, como todas las demás, ahí se mantuvo toda la vida.
Carmen Pérez Libarreiro (1 de junio de 1944, Matamá, Vigo). Comienza a trabajar muy joven en la fábrica de espejos y Kas, para a los 17 años entrar en Alonarti hasta su retiro.
Margarita Cedeira (22 de enero de 1951, Teis, Vigo). Ingresó en La Artística a los 15 años, formando parte del comité de empresa desde 1980. Toda una vida en la fábrica.
Dolores Lagolarrá (4 de febrero de 1951, Coya, Vigo). Trabajó desde los 15 años en La Artística, luego de haber pasado por Casa Mar. Sus padres también trabajaron en la empresa. Formo parte del comité de empresa.
Nieves Cerqueira Alonso (22 de diciembre de 1945, Matamá, Vigo). Empezó en la fábrica de gomas Reyman y, a los 16 años, entró en La Artística para toda la vida.
Todas ellas compartieron una vida de trabajo, superación y compañerismo. Juntas, resistieron y construyeron un legado de orgullo, luchando no solo por sus familias, sino también por sus derechos como trabajadoras.
María Luz García Docampo
Responsable de Recursos Humanos de Artiscar
María Luz García Docampo (1955, Vigo), la responsable de Recursos Humanos de Artiscar, representa otro rostro de este legado. Habiendo emigrado a Francia con su familia, Luz se formó en Filología Francesa.
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En 1975 regresó a Vigo, enfrentando una sociedad en contraste con la que había conocido en Francia. Ingresó en La Artística gracias a su dominio del francés, ya que la empresa se había unido con la francesa Carnaud Envases para la construcción de envases.
Luz comenzó en la parte de logística y la transición tecnológica de la empresa hacia la era de la informatización, a la vez que se formaba en gestión de recursos humanos, lo que le permitió incorporarse como responsable en este departamento y participar en importantes negociaciones colectivas en un entorno aún dominado por hombres, ayudando a consolidar el papel de la mujer en la empresa.
Las mujeres de La Artística no solo fueron trabajadoras, sino también madres, esposas, amigas y líderes en sus comunidades. Su lucha por una vida mejor, sus sacrificios y su capacidad de adaptarse a los cambios del mundo laboral son testamento de su fortaleza. Hoy, siguen siendo un grupo unido por la historia compartida, reflejo de la resiliencia y el poder de las mujeres trabajadoras.
Carmen Chamorro
Armadora y Redera
Carmen Chamorro nació en Panxón en 1967, en seno de una familia profundamente ligada a la tradición pesquera, donde “el barco era un miembro más de la familia”. Su bisabuelo, dueño de embarcaciones de cerco, pescaba en las costas gallegas y portuguesas, con licencia hasta Lisboa. Con el tiempo, los barcos pasaron de su bisabuelo a su padre, y finalmente a Carmen y su hermano Fermín.
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Carmen Chamorro nació en Panxón en 1967, en seno de una familia profundamente ligada a la tradición pesquera, donde “el barco era un miembro más de la familia”. Su bisabuelo, dueño de embarcaciones de cerco, pescaba en las costas gallegas y portuguesas, con licencia hasta Lisboa. Con el tiempo, los barcos pasaron de su bisabuelo a su padre, y finalmente a Carmen y su hermano Fermín.
Recuerda que, en el bajo de la casa de sus abuelos, donde pasó gran parte de su infancia, había una chabola destinada a la reparación de redes. Aunque no recuerda el primer día que llenó una aguja, es evidente que esa labor formó parte de su vida desde muy pequeña. Recuerda que, entre junio y noviembre, su familia se dedicaba a preparar los barcos para la temporada de cerco, mientras que el resto del año exploraban otras artes de pesca.
Carmen fue testigo del papel esencial que desempeñaban las mujeres de su familia: eran responsables de las labores administrativas, de venta y de reparación de redes, mientras que los hombres se ocupaban del trabajo a bordo. Sin embargo, en su familia había un legado de mujeres fuertes y decididas, que, a pesar de la falta de reconocimiento social, se hacían escuchar.
Desde su juventud, Carmen soñó con formar parte del mundo del mar y se formó como patrona de altura. Sin embargo, las oportunidades de llevar el barco no llegaron, y su labor se centró en la reparación de redes y otros trabajos complementarios.
Pero su inconformismo y determinación por cambiar y mejorar la llevó a unirse a la Asociación de Rederas de Cangas, y de ese modo poder formar parte de la Federación de Rederas, desde donde realmente se podían lograr cambios significativos en el sector.
Durante más de diez años en su etapa en la asociación y federación gallega luchó por la profesionalización de las rederas, por mejorar sus condiciones laborales, combatir el intrusismo en el oficio e impulsar el reconocimiento social de la profesión. Carmen llegó a convertirse en formadora en la escuela taller de Moaña, mientras continuaba aprendiendo del entorno familiar hasta que junto a su hermano asumieron la dirección de la empresa.
La crianza de sus tres hijos le impidió estar tan involucrada en el sector durante algunos años. Sin embargo, cuando sus hijos crecieron, Carmen asumió el reto de convertirse en presidenta de ACERGA a Asociación de Armadores de Cerco de Galicia. Desde esta posición, se enfrenta a uno de los desafíos más apremiantes: la falta de relevo generacional. Con tristeza, reconoce que como no se produzcan los cambios necesarios su generación es la que sostiene la profesión, pero también la que la verá morir.
Carmen sueña con un futuro donde el sector pesquero se adapte a los cambios en la comercialización y nuevos hábitos de consumo, siempre con la mirada puesta en la sostenibilidad. Su objetivo es mejorar las condiciones laborales y asegurar un mayor reconocimiento social tanto del oficio pesquero como de la invaluable contribución de las mujeres.
Impulsada por su deseo de dejar un legado y de incorporar a más mujeres en el sector, Carmen continúa trabajando junto a su fiel y querido hermano en el barco donde todo comenzó. Su vida, marcada por el esfuerzo y la determinación, es un testimonio de la fortaleza de las mujeres que, con los pies en el muelle, mantienen viva la tradición pesquera de su familia.
María Filomena González Fernández
Operaria de la conservera ALFAGEME
Nace el 19/2/1934 en Montamarta, Zamora. Su familia tenía una confitería pero la despoblación de aquellos años lleva a que ella y su marido se vengan a Vigo buscando trabajo. Fueron a la fábrica por un anuncio en prensa y María entró en Alfageme en 1965, jubilándose en 1997.
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Su primera tarea fue en el almacén, pero después de un año, pasó a ser telefonista. Así comenzó su andadura como personal administrativo, primero como auxiliar, oficiala de segunda y de primera. La conciliación laboral, como para la mayoría de sus compañeras, quedaba en las manos de abuelas y familiares.
Rosario González Quintas (CHARO)
Operaria de la conservera ALFAGEME
Nace el 18/11/1963 en Villaza, Gondomar. Empezó a trabajar en la empresa Bernardo Alfageme S.A. en 1979 con 14 años, al principio como pinche desempeñando muchas y diferentes tareas propias de las plantas productoras de conservas de pescado.
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Limpiaban sardina, atún, pulpo,…emparrillaban, empacaban y rebajaban con las máquinas cerradoras. Poco a poco fueron ascendiendo de categoría laboral: auxiliar, oficiala de segunda y de primera. Charo hizo parte de su vida allí, se casó y tuvo dos hijos. En los años 80, la estabilidad del contrato fijo-continuo y el cambio a la jornada intensiva (7:00 a 15:00) facilitó la conciliación familiar y laboral, tanto a Charo como a otras muchas trabajadoras de la empresa. Los peores momentos llegaron con el cierre en 2010.
Angelina Rodríguez Bastos
Operaria de la conservera ALFAGEME
Nace el 26 de mayo de 1956 en Lavadores, Vigo. Empieza a trabajar en Alfageme el 9 de marzo de 1971 como pinche, después como auxiliar, oficiala de segunda en 1983 y de primera en 1989. Al igual que Charo, desempeñó tareas de limpieza, empaque y todas aquellas relacionadas con la elaboración de las conservas de pescado y marisco. Para Angelina, trabajar en Alfageme, significó un buen sueldo, buenas condiciones laborales (primas, uniformes adecuados,…) a pesar del trabajo duro cuando tocaban jornadas veladas hasta las diez de la noche.
Carmen Vidal González e Flora Comesaña González
Operarias de la conservera VALCÁRCEL
Ambas son primas, Carmen nacida el 7/10/1950 y Flora en 1945 en Chandebrito (Vigo). Trabajaron para la empresa Justo López Valcárcel cuando estaba en Alcabre. Comparten experiencias, comienzan muy jóvenes a trabajar y desarrollan toda su vida laboral en esta empresa. Flora comenzó en la fábrica de Floro González en Canido, donde también se hicieron cargo de su seguridad social. Al principio iban caminando 13 km desde su casa en Chandebrito hasta la playa de Alcabre bajo la luz de un candil. Más tarde, aprovechaban el autobús de los obreros que iban al astillero de Barreras. Las dos primas trabajaron con tesón y llegaron a ser encargadas de sección, es decir, las que distribuían el trabajo de las demás obreras. Su vida fue de trabajo intenso, no sólo en la fábrica, sino también en el hogar, campo y animales, hecho que de aquella era muy habitual.
Araceli Rodríguez Fernández
Directora de Fabricación en Friscos S.A.
Tradicionalmente en una fábrica de conservas el puesto de dirigir, planificar y coordinar todas las actividades pertenecientes a la producción (táctica y estratégicamente) lo han desempeñado hombres. Actualmente, continúa siendo excepcional que una mujer desarrolle tal responsabilidad, pero tenemos un referente; Araceli Rodríguez.
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Nace en Pontevedra en 1988, estudió en la Escuela de Ingenieros, la titulación de ingeniería técnica industrial especialidad química industrial, elección motivada por el consejo de un profesor del instituto. Comenzó en la empresa de conservas de pescado Friscos, para realizar las prácticas de la carrera, ella prefería hacerlas en una empresa en Vigo, pero sus padres intercedieron para que las realizase en una de las fábricas de donde ellos eran, en Catoira. Las prácticas de dos meses las realizó en la depuradora, y al finalizar el plazo se marchó. A los pocos meses la llamaron para ver si podía encargarse de la estación depuradora, aceptó con la condición de que la dejasen seguir estudiando y efectivamente, le dieron todas las facilidades del mundo para terminar su carrera realizar el curso de adaptación al grado para obtener la titulación de Grado en Ingeniería Industrial y cursar un master por la EOI de Madrid, Master Executive en Administracion y Direccion de Empresas.
Al cabo de un año y medio, indicó a la empresa que se aburría y la llevaron al departamento de calidad para que me responsabilizara de todo lo relacionado con el medio ambiente. Ahí descubrió que le encantaba la fábrica, todo su proceso y lo que conlleva. En el 2014 llegó a Friscos una consultora, la cual entrevistó a la plantilla, a estos les indicó que le gustaría ir para la fábrica, con el objetivo de llegar (algún día) a ser la directora de producción. Al poco tiempo cubrió la baja del encargado de producción y a los 6/8 meses le dieron el cargo de dirección, siendo mujer y con menos de treinta años.
Friscos es una empresa singular, con más de 70 años, allá por el año 1946 surgió en A Pobra do Caramiñal. Francisco Dotras Lamberti y Francisco Otero Mariño decidieron darle forma a lo que hoy en día se conoce como Conservas Friscos. Así decidieron bautizarla, ya que era una forma de representar de manera contraída el nombre de ambos fundadores. En la actualidad, Conservas Friscos ha cambiado su ubicación. Desde Catoira, prosigue una aventura que tuvo sus inicios en dos familias provenientes de distinta ubicación geográfica y sin relación previa entre ellas. Desde A Illa de Arousa y Vigo, establecieron la fábrica en A Pobra do Caramiñal que ha ido pasando de generación en generación, hasta que en la cuarta se ha hecho cargo de la dirección, Rosa Nieto. “Friscos fue fundada por uno de mis bisabuelos paternos, después se implicaron mi abuela y mi abuelo, más tarde mi padre y mi tío. Ahora mismo estamos mi primo Yago y yo”. La actual directora general de un proyecto que no ha cesado “valora el trabajo de la gente, saber qué les puedo pedir y hasta dónde, además del grado de exigencia que puedo tener con ellos”.
Sara Muñiz
Continuidade en feminino
Sara, de Vilanova de Arousa naceu en 1990, é un referente para Sereas pola súa continuidade empresarial en feminino, por reunir tradición familiar, mocidade e innovación nunha industria na que o sinal de identidade son as conservas artesanais, as que se fan con mimo, como outrora.
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En decembro do ano 1989 Manuel Vicente Mosquera adquire a empresa propiedade de Hijos de J. González, constituíndo así a sociedade Manuel Vicente Mosquera e Hijos S.A. Ao falecer en 2015 deixa a administración en mans da súa neta Sara Muñiz con tan só 25 anos. Sara medrou na fábrica de conservas, durante a su época de estudante traballaba os verans na fabrica do avó, relizando os memos traballos que as operarias, e a día de hoxe segue sendo “Sariña” ou a “neta do xefe”, co-tempo foi adquirindo o coñecemento necesario, isto permitiulle coñecer de cerca de organización do traballo. Tras acabar a súa formación académica, realizou as prácticas formativas na empresa do seu avó, porque a súa intención naquel momento xa era unha sucesión cara aos netos (ela e máis Pablo Rey), xa que quería que alguén da familia realizase este control. Do mesmo xeito o expuxo en planta, deixando así ao seu outro neto, Pablo Rey Vicente, responsable do proceso de fabricación, estando este traballando á beira do seu avó durante moitos anos. Para Sara, a única forma de entender e dirixir unha empresa é coñecendo ao cento por cento todos os traballos que alí se realizan. “Non hai mellor forma de coñecelo que facelo”. Sara segue o consello do seu avó “Vaivos a ir ben”, o único importante para que o negocio funcione é “portarse ben ca xente”. Renovarse e conservar a tradición ese é o lema de Sara e de Conservas a Vieira.
Única muller de tres irmáns, comezou a traballar en Frigoríficos de Vigo, empresa constituída a principios dos anos 40, grazas a un dos seus irmáns, que era xefe de persoal. Marujita suplía o cobrador da empresa nos meses de agosto, cando este marchaba de vacacións, ata que, cando se xubilou, ela ocupou o seu posto: foi o 2 de agosto de 1980, e ata hoxe, que con 88 anos, continúa de alta como traballadora. Como ela di, «levo toda a vida vendo a vida do peixe».
Daquela, conta, o xeo vendíase en barras e ela emitía vales que logo se facturaban mensualmente. Hoxe en día, emite tíckets no que ela chama «a pantalla panorámica», e o xeo véndese principalmente en escamas para os buques de Gran Sol, panaderías, empresas e almacéns.
Lembra con nostalxia a antiga lonxa, onde hoxe está Casa Botas e Pescados Maravilla, «era preciosa», con moitísimas especies e moitísima boa xente, nunha época de abundante pesca de castañeta, bonito, ollomol e sardiña.
Actualmente, de luns a venres, un dos seus compañeiros recóllea ás 7:30 da mañá e, despois de almorzar en Paulino, comeza a súa xornada laboral no Porto. Afeccionada á calceta e incondicional do Celta de Vigo, Marujita segue sendo unha compañeira exemplar e unha figura emblemática e respectada no Berbés; alí, quen a coñece destaca a súa cabeza para os números e a súa gran capacidade para cobrar e lembrar «quen paga ben e quen non».
Non esqueceu nin esquecerá xamais a moitas persoas coas que se relacionou durante toda a súa vida: José Nogueira, Javier Irala, Jose Antonio Llorca e Darío Iglesias, os seus xefes; e outros como Julito Vieira, José Pereira, Claudino, Julián Trapero, os Chuvias, Luís «o cobrador de Coroa», Pepe Luras, Amable Polo, Brea, Aquilino Álvarez, Ramallo, Peón, Serafín, Moncho, Carlos Losada, Eladio, Suso, José Antonio, Longas, Cidrás, José Ramón, Bernardo Landriz, Ramiro Gordejuela, Antonio Graña, Manuel Vieira, Ángel Molares, Manuel Pérez, Reinaldo…
Sempre traballou entre homes e sempre se sentiu moi querida no Porto, onde foron e son unha gran familia.
Marujita converteuse nunha das persoas máis queridas e coñecidas do Porto de Vigo, e desde o 2005 a rúa máis grande do Berbés leva o seu nome.
María Coira
Vocación pola conserva
María Coira, nace en Catoira en 1983, é traballadora temporal dunha fábrica de conservas de peixe e marisco.
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Estudou un ciclo de técnico de farmacia, pero non continúa a súa formación, xa que con 18 anos se queda embarazada e comeza a traballar na hostalería, nun sector no que resulta moi difícil conciliar, así que, ao crecer o seu fillo apúntase nunha ETT, e aí entra en contacto coa industria do mar.
Unha fábrica de conservas de peixe demandaba persoal eventual por un aumento de produción puntual. María empezou limpando peixe nun grupo maioritariamente feminino con algúns homes que tamén aprenderon, como ela, a limpar peixe, abrilo, pelalo baixo supervisión das delegadas de liña… Despois, un psicólogo de RRHH da empresa entrevistouna por se a necesitaban noutra sección ligada á súa formación e coñecementos. Aos poucos días levárona a realizar tarefas de supervisión para revisar que o peixe estivera en moi boas condicións, sen espiñas, sen sangue e sen pel e separar a ventresca, do lombo, as migas… ía todo seleccionado para pesalo e rexistralo no ordenador e facer os palés. Ao pouco tempo foron repartindo as persoas da liña específica de aprendizaxe ás diferentes plantas de elaboración. Entón a enviaron ao despaletizado e á nave de empacado manual, segundo María “só era botar latas ás máquinas, pero para o que hai que ter moita habilidade para que non se caian ao chan, xa que habería que refugallalas”. Unha vez cuberta esa baixa lle tocou cubrir a da delegada de liña de empacado, e tivo que aprender de cero. Para ela, poñerse á fronte do ordenador e do control era unha tarefa de gran responsabilidade sendo eventual e nova. No grupo había moita xente veterana e poñerse a cargo de vinte ou trinta mulleres que saben perfectamente o que teñen que facer… foi un gran reto. Posteriormente, lle deron a posibilidade de ir á oficina de peche, e aos vinte días a chamaron para cubrir unha baixa no laboratorio. A María lle gustou moitísimo formar parte dun laboratorio, máis acorde co ciclo que estudou, ademáis coñece perfectamente o traballo nunha planta de elaboración e a súa conexión co laboratorio, un traballo moi sistemático, pero á vez diferente ao da fábrica. A industria do mar é máis complexa do que parece e o laboratorio é o corazón para que todo saia ben, se a engrenaxe do laboratorio non funciona os problemas en fábrica son moi importantes.
Cando termina de cubrir esta baixa, María foi ao desemprego. É a cabeza de familia, matriz e sustento da súa casa, o salario global, máis a distancia en quilómetros a percorrer ata a fábrica, a pesar da menor estabilidade…compensa. María ten soños e esperanzas de traballar nun posto que lle guste e que lle achegue estabilidade emocional, laboral e económica, xa que conta cunha gran experiencia de vida, e de carácter positivo e sensible.
Para María, a conserva de peixe é unha obra de arte. Non todo o mundo vale para empacar con esa destreza e en tan pouco tempo. As mulleres aprenden unhas doutras e as que adquiren o dito nivel son mulleres de máis de cincuenta, son verdadeiras mestras.
María, actualmente traballa na conserva.
Lucrecia Mª García Fernández.
Directora en Real Conservera Española S.L.
Se especializó en Bromatología (Alimentación) se incorporó a la fábrica de Bernardo Alfageme en Vigo con 26 años, y comenzó en el laboratorio de Calidad.
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Antes del cierre de la emblemática firma, Lucrecia llevaba en la cabeza un proyecto familiar muy vinculado también a su vocación de veterinaria; una granja-escuela que todavía continúa; la Granja Kiriko. Cuando le ofrecieron capitanear el proyecto de Real Conservera, un referente en el sector de alta gama iba a cumplir 50 años y no se lo pensó. En toda esta etapa al frente de la fábrica conservera, Lucrecia reivindica una formación profesional específica que apoye el trabajo de las mujeres que empacan a mano las conservas; una obra de orfebrería, un trabajo que es un arte.
María Díaz García “Marujita la del hielo”
Toda unha vida no Berbés
Marujita naceu en Vigo en 1934. Filla do conserxe da lonxa, criouse na Ribeira do Berbés e comezou a exercer a súa profesión en Frigoríficos de Vigo por volta dos anos 70; cobraba a venda de xeo, tanto a particulares como a empresas.
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Orgullosa, comenta que estudou no Colexio Mezquita e logo cursou estudos de comercio, labores, corte e confección. Veu parar na ribeira de Vigo porque ía axudar a seu pai, ao que sempre estivo moi unida; almorzaba con el cando tiña vacacións, ou recollía peixe que lle ofrecían os armadores do porto e que ela levaba moi agradecida para comer na casa coa familia.
Única muller de tres irmáns, comezou a traballar en Frigoríficos de Vigo, empresa constituída a principios dos anos 40, grazas a un dos seus irmáns, que era xefe de persoal. Marujita suplía o cobrador da empresa nos meses de agosto, cando este marchaba de vacacións, ata que, cando se xubilou, ela ocupou o seu posto: foi o 2 de agosto de 1980, e ata hoxe, que con 88 anos, continúa de alta como traballadora. Como ela di, «levo toda a vida vendo a vida do peixe».
Daquela, conta, o xeo vendíase en barras e ela emitía vales que logo se facturaban mensualmente. Hoxe en día, emite tíckets no que ela chama «a pantalla panorámica», e o xeo véndese principalmente en escamas para os buques de Gran Sol, panaderías, empresas e almacéns.
Lembra con nostalxia a antiga lonxa, onde hoxe está Casa Botas e Pescados Maravilla, «era preciosa», con moitísimas especies e moitísima boa xente, nunha época de abundante pesca de castañeta, bonito, ollomol e sardiña.
Actualmente, de luns a venres, un dos seus compañeiros recóllea ás 7:30 da mañá e, despois de almorzar en Paulino, comeza a súa xornada laboral no Porto. Afeccionada á calceta e incondicional do Celta de Vigo, Marujita segue sendo unha compañeira exemplar e unha figura emblemática e respectada no Berbés; alí, quen a coñece destaca a súa cabeza para os números e a súa gran capacidade para cobrar e lembrar «quen paga ben e quen non».
Non esqueceu nin esquecerá xamais a moitas persoas coas que se relacionou durante toda a súa vida: José Nogueira, Javier Irala, Jose Antonio Llorca e Darío Iglesias, os seus xefes; e outros como Julito Vieira, José Pereira, Claudino, Julián Trapero, os Chuvias, Luís «o cobrador de Coroa», Pepe Luras, Amable Polo, Brea, Aquilino Álvarez, Ramallo, Peón, Serafín, Moncho, Carlos Losada, Eladio, Suso, José Antonio, Longas, Cidrás, José Ramón, Bernardo Landriz, Ramiro Gordejuela, Antonio Graña, Manuel Vieira, Ángel Molares, Manuel Pérez, Reinaldo…
Sempre traballou entre homes e sempre se sentiu moi querida no Porto, onde foron e son unha gran familia.
Marujita converteuse nunha das persoas máis queridas e coñecidas do Porto de Vigo, e desde o 2005 a rúa máis grande do Berbés leva o seu nome.
Rita González
Incansables – As Redeiras da Guarda
Temendo polo seu oficio
Rita, Carmiña, Manoli, Marina e Lidia son algunhas das integrantes da Asociación de Redeiras Atalaia da Guarda. Estas mulleres dedicaron moito esforzo a profesionalizar o oficio na súa vila mariñeira, moi recoñecida polo traballo de atadeiras e redeiras coma elas
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Rita naceu na Guarda en 1953. Filla de mariñeiro e redeira, medrou entre redes. Desde ben cativa enchía as agullas de fío para os aparellos da casa, e con 12 anos xa traballaba nas “chabolas”, os locais que os armadores tiñan no peirao e onde elas reparaban e armaban os aparellos. Cando Rita empezou, as redes aínda eran de algodón e o traballo, se cadra, máis duro e esixente.
Como curiosidade contan que, antigamente, as redes da Guarda levaban gravado un código de propiedade consensuado polos mariñeiros guardeses para diferenciar os aparellos duns e doutros. Non existen máquinas industriais que dean reparado e armado as redes da frota, así que o seu traballo está moi pouco recoñecido e valorado para o importante que é. Todas coinciden en que o mellor é traballar xuntas, animarse, apoiarse e rir. Daquela, o peor é cando teñen que traballar soas. Ningunha entende de horarios, “se hai traballo hai que sacalo”, e dálles moita mágoa ver que o seu oficio non ten continuidade porque non hai quen se interese en aprendelo. Non saben o que sucederá cando elas falten.
Marina Álvarez
Incansables – As Redeiras da Guarda
Temendo polo seu oficio
Rita, Carmiña, Manoli, Marina e Lidia son algunhas das integrantes da Asociación de Redeiras Atalaia da Guarda. Estas mulleres dedicaron moito esforzo a profesionalizar o oficio na súa vila mariñeira, moi recoñecida polo traballo de atadeiras e redeiras coma elas
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Marina é guardesa, nada en 1961. Coma as demais, é filla de redeira e mariñeiro e leva no oficio desde que tiña 14 anos. Fala con entusiasmo da súa profesión e dos seus logros, e conta xovial que, de vez en cando, ao remataren un traballo difícil ou que esixe moito tempo e dedicación, como as redes do cerco, fan un «botafora», que consiste nunha pequena celebración onde a comida e as risas están sempre presentes.
Como curiosidade contan que, antigamente, as redes da Guarda levaban gravado un código de propiedade consensuado polos mariñeiros guardeses para diferenciar os aparellos duns e doutros. Non existen máquinas industriais que dean reparado e armado as redes da frota, así que o seu traballo está moi pouco recoñecido e valorado para o importante que é. Todas coinciden en que o mellor é traballar xuntas, animarse, apoiarse e rir. Daquela, o peor é cando teñen que traballar soas. Ningunha entende de horarios, “se hai traballo hai que sacalo”, e dálles moita mágoa ver que o seu oficio non ten continuidade porque non hai quen se interese en aprendelo. Non saben o que sucederá cando elas falten.
Maria del Carmen Barbosa Pacheco
Incansables – As Redeiras da Guarda
Temendo polo seu oficio
Rita, Carmiña, Manoli, Marina e Lidia son algunhas das integrantes da Asociación de Redeiras Atalaia da Guarda. Estas mulleres dedicaron moito esforzo a profesionalizar o oficio na súa vila mariñeira, moi recoñecida polo traballo de atadeiras e redeiras coma elas
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Nació en A Guarda (1963), hija de redera y marinero, y como muchas de sus compañeras, creció entre redes y aparejos, observando y aprendiendo desde pequeña el arte de tejer y reparar las redes de pesca. La asociación de redeiras do Baixo Miño Atalaia se creó en 2005.
Cuando se creó la Asociación de Rederas Atalaia en A Guarda, en 2005, trabajábamos en nuestras casa y los camiones dejaban las redes en un punto del pueblo y luego nosotras las llevábamos en carros o furgonetas y las repartíamos entre las socias, siempre intentando que todas tuvieran el mismo trabajo. Mientras tanto, la directiva luchaba para que nos construyeran una nave y poder trabajar todas juntas; así la cantidad de trabajo sería más grande. Esto lo consiguieron posteriormente.
Manoli asumió el papel de secretaria, destacándose por su organización y dedicación. Fue la mejor secretaria que la asociación pudo tener, contribuyendo de manera decisiva al fortalecimiento y profesionalización del colectivo.
Dentro del proceso de confección y reparación de las redes de pesca, hay dos roles principales que definen la labor de estas mujeres: las rederas y las ataderas.
Las rederas son las encargadas de tejer y reparar las redes, utilizando habilidades manuales que implican precisión, rapidez y resistencia. Su trabajo es más amplio, ya que se ocupan del tejido completo de las redes y de su reparación tras cada faena de pesca. Las rederas manejan la aguja y la navaja como herramientas fundamentales, y su destreza es clave para garantizar que las redes estén en condiciones óptimas para ser utilizadas por los barcos. Las redes que confeccionan varían según el tipo de pesca (cerco, arrastre, trasmallo), y su trabajo es artesanal, requiriendo gran experiencia.
Mientras las rederas tejen y reparan las redes, las ataderas se dedican a atar los nudos y unir las diferentes partes de las redes, asegurando que todo esté firme y correctamente ensamblado. Esta tarea, aunque más específica, es igual de fundamental, ya que requiere precisión para que las redes no se rompan durante la faena. Las ataderas trabajan con hilos y cabos de diversos materiales, y suelen ser rápidas y certeras en sus movimientos.
Como secretaria de la asociación, Manoli ayudó a impulsar el proceso de profesionalización de las rederas y ataderas, logrando su reconocimiento como trabajadoras autónomas en 2005. Este hecho cambió la vida de muchas mujeres, incluidas Manoli y sus compañeras, ya que ahora podían fijar sus precios, tener seguridad social y trabajar sin intermediarios.
Este reconocimiento las empoderó, otorgándoles la independencia y el control sobre su propio trabajo. Además de reparar redes, muchas rederas y ataderas, como Manoli, participan en proyectos de artesanía y actividades comunitarias, demostrando que su labor no es solo manual, sino también un arte tradicional indispensable para la pesca y la cultura gallega.
Carmen Barbosa
Nació en A Guarda (1961), hija de redera y marinero.
Como muchas niñas de su generación, Carmiña empezó a trabajar a los 12 años en las chabolas, los locales donde las mujeres reparaban y armaban las redes. Creció entre hilos, agujas y navajas, ayudando desde muy joven en el oficio que le proporcionaba un jornal.
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Aunque en algún momento se alejó del trabajo, Carmiña decidió volver a ser redera cuando surgió la oportunidad de trabajar como autónoma y obtener seguridad social, algo que no existía para las rederas hasta enero de 2005. Este reconocimiento profesional le brindó la tranquilidad y la independencia que siempre había deseado, y la motivó a retomar con orgullo el oficio tradicional que había aprendido desde pequeña. Sin ellas, los barcos no podrían zarpar, ya que las redes, esenciales para la captura del pescado, deben ser constantemente reparadas y preparadas.
Durante años, el trabajo de las rederas y ataderas fue invisibilizado y no reconocido legalmente. Las mujeres realizaban este laborioso trabajo sin seguridad social y bajo la supervisión de intermediarios, quienes controlaban el mercado. Sin embargo, a partir de 2005, un cambio crucial ocurrió cuando las rederas gallegas, tras años de lucha, fueron reconocidas como trabajadoras autónomas. Esto significó un gran paso hacia su empoderamiento, ya que les permitió fijar sus propios precios y gozar de derechos laborales básicos, como el acceso a la seguridad social.
Este proceso de profesionalización no solo mejoró sus condiciones de vida, sino que también les dio una nueva identidad laboral. Muchas rederas, como Carmiña, vieron en esta nueva etapa una oportunidad para recuperar su oficio con dignidad y orgullo, sintiéndose empoderadas y reconocidas. A día de hoy, además de confeccionar y reparar redes, algunas rederas han diversificado su actividad, participando en proyectos de artesanía y otras iniciativas comunitarias, contribuyendo a la visibilidad y valoración de su trabajo como un arte tradicional.
Este empoderamiento les ha permitido a las rederas de A Guarda no solo mejorar sus condiciones laborales, sino también reivindicar su papel clave en la pesca y en la economía local. El reconocimiento de su trabajo ha reforzado su sentimiento de pertenencia y orgullo por una labor que, aunque artesanal y manual, es indispensable para la pesca.
Lidia Fernández
Rita, Carmiña, Manoli, Marina e Lidia son algunhas das integrantes da Asociación de Redeiras Atalaia da Guarda. Estas mulleres dedicaron moito esforzo a profesionalizar o oficio na súa vila mariñeira, moi recoñecida polo traballo de atadeiras e redeiras coma elas
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Incansables – As Redeiras da Guarda
Temendo polo seu oficio
Lidia é a máis nova de todas, naceu en 1981 na Guarda, e a máis preocupada pola falta de remuda no oficio, que tamén lle vén de familia. Aínda que exerceu outros traballos, sempre sentiu curiosidade por esta profesión. Conta como anécdota que, cando unha lavandeira se coa voando na nave, sempre lles chega unha boa xeira de traballo e xa non sabe, di rindo, se é bo ou malo que volva a visitalas.
Como curiosidade contan que, antigamente, as redes da Guarda levaban gravado un código de propiedade consensuado polos mariñeiros guardeses para diferenciar os aparellos duns e doutros. Non existen máquinas industriais que dean reparado e armado as redes da frota, así que o seu traballo está moi pouco recoñecido e valorado para o importante que é. Todas coinciden en que o mellor é traballar xuntas, animarse, apoiarse e rir. Daquela, o peor é cando teñen que traballar soas. Ningunha entende de horarios, “se hai traballo hai que sacalo”, e dálles moita mágoa ver que o seu oficio non ten continuidade porque non hai quen se interese en aprendelo. Non saben o que sucederá cando elas falten.
Carmen Ángeles Expósito Carballo, Chicha
Peixeira do Mercado do Berbés.
Chicha nació en San Roque, Vigo en 1929 y paso toda la vida trabajando en el peixe.
Su madre ya se dedicaba también a la venta de pescado, Chicha empezó a trabajar con ella en la Ribera del Berbés, vestían el mandil da Ribera y llevaban el pescado en patelas en la cabeza.
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A la edad e 26 años ya tenía un puesto en Mercado del Calvario. Su actividad empezaba a las 4:30 h. de la madrugada para comprar el pescado en el Berbés, volvía el mercado a las 7:00h. para vender cariocas, rapante, jureles, pulpo, choco…sin apenas saber leer y escribir las cuentas no se le escapaban, y tampoco el regateo para conseguir el mejor precio. Se jubiló con 91 años en 2022
¡Toda una vida!, Chicha es muy querida en su puesto de la plaza del Calvario.
Susana González, “Susi”
Clasificadora do Berbés
Naceu en Vigo en 1975. Leva uns tres anos traballando como clasificadora. Concorda coas súas compañeiras en que o mellor do traballo é o horario, aínda que ao primeiro custoulle adaptarse a el. Di que, coma en todo, pouco a pouco aprendes do que ves e do que che ensinan as compañeiras. Lembran momentos moi duros, nos que o seu traballo perigou. Resaltan a importancia do compañeirismo e coñecer moi ben o peixe. Na actualidade hai menos traballo pero máis esixencia canto aos tamaños e os pesos do peixe.
Consuelo Pazos, “Chelo”
Clasificadora do Berbés
Nació en Vigo en 1958, en el barrio del Berbés. Su madre trabajaba en la colla y su padre era marinero. Comenzó a los 22 años, ya casada y con hijos. Trabajó con su madre y sus compañeras. Recuerda que antes la carga de trabajo era mayor porque el pescado venía a granel y había que separar las especies por tamaños: “ahora ya del barco vienen las especies más clasificadas”.
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Cuando venían mujeres nuevas, ella siempre procuraba enseñarles las diferencias y la importancia de hacer bien el trabajo. Hace tres años que se jubiló. Cree que ahora hay muchísimos menos barcos. Recuerda la crisis del gasóleo que obligó a desguazar; y que ahora viene mucho en camión. A raíz de los problemas que había con la O.T.P. y los trabajos eventuales, las trabajadoras y trabajadores crearon la cooperativa COTRASVI, y llegaron a hacer una acampada en el puerto: “no teníamos otra cosa, teníamos que defender nuestros derechos”. Fue compañera de Loli muchos años y se esforzaron por que la cooperativa funcionara. Comenzaron ganando 45.000 pesetas. Recuerda la ilusión que le hizo su primera nómina mensual. Cuenta que antes trabajaba al jornal diario y le parecía que le rendía menos. A Chelo le llamaban Heidi porque se le ponían coloretes, y también la Presidenta, por su carácter fuerte y reivindicativo.
Dolores Villar e Dolores Couso, as “Lolis”
Clasificadoras do Berbés
Son madre e hija y ambas trabajadoras socias de COTRASVI. Loli Villar, ya jubilada, nació en Vigo en 1954. Su hija nació también en Vigo, en el 1978, y ya lleva casi dieciocho años en el sector.
Loli Villar comenzó cómo clasificadora cuando tenía 33 años, acompañando a su cuñada, que ya trabajaba en la colla (en la antigua O.T.P.), cuando necesitaban gente puntualmente. Cuenta que el sistema de trabajo cambió mucho; ahora, por ejemplo, hay mesas son fijas, antes hacían ellas las estructuras que les servían de apoyo. Ha hecho la estiba a bordo porque ganaba lo mismo que los hombres.
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En una época, los hombres las hacían trabajar a bordo; y llegó a manejar cajas de madera, que pesaban muchísimo cuando se empapaban de agua, rompían y caía el pescado. Recuerda que fue muy feliz trabajando, porque lo compaginaba muy bien con las tareas de la casa y el cuidado de sus cuatro hijas. Se jubiló hace cuatro años y reconoce,
entre sonrisas, que aún bueno es que está jubilada porque mucho más no iba a aguantar.
Ahora, cuando pasa por la rotonda del Berbés, le dice adiós con la mano al edificio de la lonja donde tantos años trabajó.
Su hija, Loli Couso, empezó cómo clasificadora acompañando a su madre y forma parte de las mujeres socias de COTRASVI. Recuerda ir de pequeña con su madre y su padre al Berbés para ver qué barcos había en el puerto y si tenían que trabajar ese día. Los domingos son los días más duros de trabajo porque es cuando más barcos hay y a veces tienen que doblar turnos. Como todas las demás, considera que lo más duro es la manipulación de pesos y el frío. Le gusta muchísimo su trabajo, y “cuando lo coges con humor y con buenos compañeros y buenas compañeras, se lleva mejor”.
Ana Conde e Paula Conde
Clasificadoras do Berbés
Son hermanas. Ana nació en Vigo, en 1977. Paula nació en Cangas en 1973. El padre y el abuelo también trabajaban en la estiba; son sobrinas de Geni. El oficio de clasificadoras lo aprendieron de su tía, de la que aún siguen siendo compañeras. Lo mejor de su trabajo es el horario de noche, porque les queda todo el día por delante. Lo que peor
llevan son las condiciones de frío y tener que levantar pesos; pero toman se ríen de las caídas
por resbalarse o cuando juegan a tirarse hielo. Les gusta comer el pescado pero no cocinarlo.
Eugenia Conde, “Geni”
Clasificadora do Berbés
Nació en Vigo en 1958. Se dedica a la colla desde hace veinte años. Su padre y su hermano también trabajaban en la estiba en el puerto de Vigo. En la actualidad sigue activa y tiene de compañeras a sus sobrinas. Reconoce que el trabajo es duro pero que tiene sus cosas buenas, como un horario que le permite llevar a su nieto al colegio. Explica que su jornada depende de la hora en que esté prevista la descarga de pescado fresco de los barcos que llegan del caladero de Gran Sol.
Marisol Riveiro
Mariscadora
Marisol Riveiro nació en la Cañiza en 1951. Llegó a Vigo para trabajar siendo aún una niña. Ya de casada, apareció un día en el mercado de Canido Paulina (persona bien conocida y dedicada desde siempre al mar) y le dijo: “Ven conmigo, rapariga, que para comer vas a llevar”. Marisol aprendió de ella lo más importante del oficio. En sus inicios cogía almejas, berberechos, pulpos, nécoras… para el consumo de su familia; pero con la creación de la Agrupación sabía que debía formar parte de ella.
Mª del R. González “Charo”
Mariscadora
Mª del Rosario González, Charo, nacida en el Rosal en 1954, llegó a Vigo con 17 años para trabajar en la hostelería como camarera y cocinera. Casada con un marinero, iba a la seca con su cuñada Maricha y otras familiares de su marido, que le enseñaron a mariscar para el consumo de su casa. Compaginó su trabajo como mariscadora con otros por cuenta ajena toda su vida.
Mª Carmen García
Mariscadora
Mª Carmen García nació en Vigo en 1952. Trabajó desde los 16 años en una empresa del textil. Iba a la seca por su cuenta para comer y para el campo, pero oficialmente se dedicó al marisqueo cuando se fundó la Agrupación, con caras conocidas como Maricha, y dejó su trabajo por cuenta ajena para dedicarse al mar y al campo. “La profesión del mar la aprendí solita, miraba a las demás y yo hacía lo mismo”.
Rosa Marina Rivas “Maricha”
Mariscadora
Rosa Marina Rivas, Maricha, nació en Canido en 1956. Su bisabuelo era marinero; el oficio de mariscadora lo aprendió de su abuela, de su madre y de sus tías; recuerda ir a la playa con ellas desde que tenía uso de razón, junto a su hermana. Vendían el marisco y el pescado de su padre por las casas de la zona: “Pasaba un día y ya quería que llegara el siguiente para volver a trabajar en el mar”. A partir de la creación de la Agrupación, compaginó su trabajo de mariscadora con otros por cuenta ajena.